Mudanza con Catalina de Aragón

El fin de semana me cambié de casa. Todos los que hayan vivido eso empatizarán conmigo. Pero los que no, les cuento que es un proceso muy cansador, física y emocionalmente. ¡No les cuento cómo me dolía la espalda!

Como me gusta buscar consuelo en la Historia, me dije a mí misma: “¿Qué tanto te quejas? Tu mudanza no fue nada comparado a la que tuvo que hacer Catalina de Aragón”. Pucha que es cierto.

La pobre Catalina de Aragón (1485-1536) tuvo una mudanza tramitada, larga y difícil, y con un final infeliz. Nació en España y era hija de los Reyes Católicos, por lo que su matrimonio era de máxima importancia para el reino de España. Quien se casara con ella tenía que estar a la altura, debía ser una alianza provechosa y Catalina tendría que lucirse para demostrar el poder de su reino.

Por eso, tras largas negociaciones, se determinó que Catalina se casaría con Arturo, el hijo de Enrique VII de Inglaterra.

Como correspondía, la Infanta tenía que pagar una dote. Y una buena dote. Así, acordaron que España tendría que darle 200.000 ducados de oro al rey inglés (mi amigo Google me permitió saber que esa suma equivale hoy a más de 35 mil dólares. ¡Impresionante!).

Pero como no existían las transferencias bancarias, las criptomonedas ni los billetes, tal suma tenía que trasladarse físicamente. ¿Cómo? 20 mil ducados serían entregados en forma de joyas, y el resto en vajilla de oro y plata. Además, tenían que trasladar otros objetos varios, como muebles, objetos de lujo, ropa, piezas de arte, instrumentos, y muchas cosas más.

No sólo eso. Sino que la Infanta no podía ir sola, tenía que ir acompañada de acuerdo a su cargo y para satisfacer todas sus necesidades. La acompañarían varias damas de compañía, sacerdotes, diplomáticos, peluqueros, soldados, cocineros, lavanderas, músicos y bufones. Una escolta de más de 60 personas y sus pertenencias.

Les encargo la logística de mover todo eso de España a Inglaterra. Sin autos, sin trenes. En carros y en barco. ¡Uf!

La mudanza de Catalina no sólo fue compleja por la cantidad de cachivaches que tenía que llevar y por toda la gente que la acompañaba. La misma travesía fue muy difícil.

Itinerario de Catalina:

  • 21 de mayo de 1501: Catalina se despide de sus padres en Granada y parte rumbo a Inglaterra en carros. (“¡Por fin! Llegará la prometida de mi hijo Arturo y sellaré la alianza de Inglaterra con España. ¡No puedo esperar!”).

  • Agosto 1501: en el puerto de A Coruña reúne a todo el grupo que la va a acompañar y espera que haya buen tiempo para embarcarse.

  • 17 de agosto: llenan 4 naos de 300 toneles hasta el tope de todo el equipaje y zarpan rumbo a Southampton. Sin embargo, el tiempo cambia, hay mucho viento y vuelven al puerto. (“Bueno, un pequeño contratiempo. A todos les puede pasar. Ahora sí espero que llegue rápido a Inglaterra”).

  • Días después vuelven a zarpar, pero una terrible tormenta desvía las naves y llegan hasta Laredo en Cantabria. Una vez ahí, Catalina debe descansar unos días para reponerse del tremendo susto. (“… se me está yendo la paciencia. Tengo que tomar cartas en el asunto, ¡es insólito que yo, rey de Inglaterra, tenga que esperar tanto para que llegue la dote, mi preciada dote! ¡Ah! Sí, sí, y la Infanta”).

  • Los ingleses envían a Stephen Brett, uno de sus mejores pilotos, para ayudar a los españoles a cruzar el mar hacia Inglaterra.

  • 27 de septiembre: el grupo parte, finalmente (“¡Finalmente!”), hacia Inglaterra. Pero en vez de llegar a Southampton, deciden atracar el Plymouth y continuar por tierra hasta Londres, para así evitar otra tormenta. Esto demora aún más al grupo, ya que continuar por tierra es mucho más lento, considerando la cantidad de gente y todo el equipaje. O sea, el viaje aún no termina. (“¡¿ES BROMA?!”).

Por suerte, la llegada de Catalina es recibida con alegría y alborozo por la gente. Se maravillan por todas las riquezas que trae, por su vestimenta, por su enorme cortejo. La celebran y vitorean.

  • Pero aún no es momento de descansar. Deben encaminarse a Londres, lentamente, haciendo muchas paradas. Tanto Catalina como Enrique VII están impacientes por encontrarse.

  • Hasta que al fin, un 12 de noviembre, después de casi 6 meses de travesía, la Infanta española y el heredero al trono inglés se encuentran. (“¡Aleluya! Aquí está la dote… y la Infanta, por supuesto”). ¡Aún no es tiempo de descansar! Porque sólo dos días después se celebra el matrimonio entre Catalina y Arturo.

¿Las dificultades del viaje habrán sido un presagio de lo que se le venía a Catalina? ¿Eran señales de que era una mala idea ir a Inglaterra?

El 12 de abril de 1502 el pobre Arturo muere, dejando a Catalina viuda a los 16 años en un país extraño y después de sólo 5 meses de matrimonio. Unos años después, Catalina se casaría con Enrique, el hermano menor de Arturo, quien se convirtió en Enrique VIII y repudió a Catalina como esposa para casarse después con Ana Bolena. Snif.

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