¡A bailar con la muerte!

Hoy hablaremos de algo espeluznante, para mantener el espíritu de este fin de semana y de Halloween.

Y lo realmente espeluznante es esto: todos vamos a morir. ¡Chan!

Todos vamos a morir. ¿Cuándo? Quién sabe, pero es de lo único que podemos estar seguros. Aunque queramos pensar en otra cosa y evitar esta única certeza, es necesario hablar de la muerte de vez en cuando. Pero como en Somos la Historia no nos gusta ser trágicos porque sí, qué mejor que hablar de la muerte aprendiendo algo súper interesante y que podremos comentar en nuestro próximo panorama demostrando que somos muy cultos y sorprendiendo a nuestros amigos.

Aquí vamos: durante el siglo XIV se expandió la Peste Negra por el continente europeo, matando a millones de personas. No hay consenso de cuánta gente murió, algunos creen que 75 millones y otros creen que 200 millones. Sea como sea, fueron muchos millones de personas que murieron de forma muy rápida, dolorosa y atroz. Se calcula que la enfermedad tenía una mortalidad del 55% (¡Imagínate estar de lo más tranquilo y de repente ver que empiezan a salirte manchas negras en el cuello! Tenías que empezar a despedirte rapidito, y encontrar a alguien que quisiera despedirse de ti en vez de salir corriendo). Además, fue una peste que dejó unas secuelas psicológicas profundas en Europa y que transformó completamente el panorama económico y social.

Ya que todos veían que la gente moría por montones y que aparentemente no había nada que hacer frente a la enfermedad, mucha gente, en vez de encerrarse y hacer cuarentena como hoy, decidía salir y aprovechar la vida que les quedaba.

No voy a hablar hoy día de todas las cosas locas que hizo la gente durante ese período (sin ir más lejos, todos nosotros hemos hecho cosas durante la pandemia que no hubiéramos hecho antes, desde aprender a hacer pan, rutinas de ejercicios que nunca continuamos, puzzles, y cuántas otras cosas). Bueno, como la gente salió y muchos carreteaban de forma descontrolada en medio de este caos (toda la razón, ¿o no?), surge un nuevo género artístico: La Danza de la Muerte o la Danza Macabra.

Básicamente, ésta consistía en representaciones teatrales, literarias o pictóricas en donde la Muerte, representada alegóricamente, invitaba a bailar al Rey, al Emperador, al Papa, al Obispo, al Campesino, al Sacerdote, la Monja. A todos. Aquellos que representaban a estas figuras se iban uniendo al baile, para terminar en una especie de ronda bailando en conjunto alrededor de una tumba.

El mensaje es que la Muerte era para todos, independiente de la cuna, la posición social, la edad y la ocupación. El mendigo más pobre tiene la misma suerte que el Papa. Y todos nuestros bienes terrenales no son más que una ilusión, un “préstamo” que tenemos en esta vida.

Suena tragicómico, y lo es. ¡Nada más humano que reírnos de nuestros propios miedos! Quizás por eso mismo existe la celebración de Halloween: para reírnos de todo lo que en realidad no nos produce risa y nos aterra.

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